lunes, 26 de octubre de 2009

May Chidiac: La imposibilidad de silenciar su voz



A May Chidiac todavía le duelen las heridas que le dejó el atentado que le hicieron el 25 de septiembre del 2005. Cuatros años después, esta periodista ha sido sometida a más de 30 cirugías. Incluso, recientemente acaba de ser operada una vez más. Aún no se ha recuperado. Ella, sin embargo, sigue fuerte y con ganas de contar su historia. Quiere hacerlo a pesar de todo. Quiere seguir luchando para garantizar que la prensa sea libre en su país natal, el Líbano. Quiere gritar, como lo ha hecho tantas veces, que ella es fuerte, que es una sobreviviente. Quiere hacerlo, pero no puede. Mientras ella intenta salir adelante y vencer una prueba más en el camino, quedan muchas, muchísimas preguntas en el tintero. Preguntas que más que esperar ser contestadas, buscan generar una reflexión acerca de la importancia de seguir dando la pelea por lo que se cree y no dejarse vencer por las adversidades. Una reflexión sobre la fuerza que esta mujer ha tenido para seguir ahí a pesar del dolor, de la mutilación de su cuerpo y del intento por silenciar su voz.

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El otoño recién empezaba en el Líbano. Las hojas de los árboles probablemente caían en Jounieh, al norte de Beirut cuando May llegó a visitar a una amiga. Ella es una cristiana maronita muy devota por lo que fue a visitar el monasterio donde vivió y murió el santo libanés San Charbel. Después fue a almorzar. Volvió a su carro y mientras acomodaba unas bolsas en la silla trasera, una bomba explotó debajo de su Range Rover.

Su pelo y su ropa ardían en llamas. Ella luchaba por alejarse del vehículo. Lograron asistirla y la llevaron al hospital. Posteriormente fue a un centro de rehabilitación en Paris. “Todavía recuerdo cada detalle de la explosión que casi me mata: el sonido del impacto, el calor del humo, el sabor de sangre en mi boca. En ese día en particular, algunos criminales de sangre fría decidieron eliminarme, pero sobreviví y ya no es un secreto que mi sobrevivencia fue un milagro”[1].

May Chidiac es una mujer supremamente religiosa. Quizás su fe ha sido clave en su fortaleza. Cuando regresó al Líbano ya medianamente recuperada volvió al templo de San Charbel. ¿Qué significará dicho santo para esta mujer? ¿Será a él a quien le pide fuerza y valor para seguir adelante? ¿Cuál es el propósito de May en la tierra? ¿Por qué, mientras otros “mártires” fueron asesinados ella tuvo otra oportunidad para vivir?

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El Líbano es un país pequeño, de 10.400 km² y 4,017,095 habitantes. Ha estado inmerso en guerras absurdas en donde hubo un derramamiento de sangre innecesario. Esta nación está ubicada en el Medio Oriente y limita con el Mar Mediterráneo. Precisamente, con sus países fronterizos Israel y Siria ha tenido encuentros bélicos a lo largo de los años.

Israel ha arremetido contra territorio libanés justificando sus actos al decir que su objetivo es luchar contra grupos terroristas como Hezbollah. El gobierno sirio, por su parte, tuvo hasta abril de 2005 militarizado el Líbano. Sin embargo, todavía se presume que Siria ejerce gran influencia política sobre su país vecino. May Chidiac ha luchado por manifestar una fuerte oposición a este sistema de intervención. Presuntamente, por la misma inconformidad con la inherencia de Siria en la política libanesa, esta mujer fue víctima del atentado.

Según una investigación realizada por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), el Líbano ha sido reconocido como uno de los países en donde hay un ambiente mediático abierto y diverso. De acuerdo con lo que plantea el IPI, ahí son pocas son las líneas de censura que se establecen a los periodistas.

Este fue el primer país árabe en permitir la radio y la televisión privada. Cientos de periódicos son publicados y estos son propiedad de empresas privadas. Los intereses políticos siempre han tenido una influencia fuerte en la forma cómo se manejan los medios, dependiendo del partido al que pertenecen o a la secta religiosa. El contenido de sus medios refleja, sin duda su ideología. Dependiendo de su perspectiva sobre la realidad transmitían sus opiniones al público. En el Líbano se admitía pensar diferente y se fomentaba el espacio para la diversidad.

Desde el 2005 la línea divisora entre los medios y la política comenzó a ser borrosa, cuando asesinaron al Primer Ministro Rafik al Hariri. En ese momento se desencadenó un derramamiento de sangre relacionada con la influencia de Siria en el territorio libanés. Los medios que funcionaban bajo el mando de grupos anti-sirios se dedicaron en cuerpo y alma a manifestar su rechazo. Se creó la Revolución de los Cedros y la presión ejercida fue tal, que llevó al retiro de las tropas, como se mencionó con anterioridad, en abril del 2005.

Sin embargo, los periodistas empezaron a ser silenciados. Gebran Tueni, del diario An-Nahar fue uno de los primeros en ser víctima de un atentado. Luego, Samir Kassir, un reconocido periodista de la cadena LBC también sufrió las consecuencias de su oposición. Ambos fallecieron. May, al parecer, tuvo suerte. Pagó una pequeña cuota en comparación con el fin trágico de sus compañeros de lucha.

Su posición quedó clara en el discurso de aceptación del valor que realizó en el 2006[2]: “En periodismo, valor significa hablar fuerte, tomar riesgos. Pero en el Líbano y especialmente desde 2005 significa ser asesinado de una forma horrible como lo que les pasó a Samir Kassir y a Gebran Tueni o de estar forzado a vivir con prótesis o en una silla de ruedas, como lo que me pasó a mí. Ellos tenían miedo de nuestra influencia en la juventud, la generación de los jóvenes. Querían prohibir que los guiáramos, que formáramos sus mentes, que les enseñáramos como amar a su país”.

Tueni y Kassir pasaron a la eternidad como mártires que lucharon por la libertad de expresión como una causa justa. Chidiac, sigue siendo el ejemplo vivo de la necesidad que existe de no dejarse amedrantar.

A veces, más que los hechos en sí, duele lo que ocurre después. Lo que sigue en el caso de esta presentadora de televisión es la impunidad. Un panorama desolador en donde los victimarios siguen su camino. No hay acusados. No hay nadie que responda. Chidiac, desde el comienzo, señaló al gobierno sirio de ser el responsable del atentado en su contra, sin embargo, las pruebas jamás se han encontrado. ¿Por qué siguen quedando tantos crímenes impunes? ¿Perdió May en vano su pierna y su brazo? ¿Qué pasó con la sangre que derramaron tantos hombres y mujeres por una supuesta causa? ¿No tienen, acaso, la sociedad civil y las familias de las víctimas el derecho a conocer qué pasó en realidad?

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Desde que decidió que quería ser periodista se enfocó en cuestionar a los ejes del poder en su país. Inicialmente, en la estación radial la Voz del Líbano, y posteriormente como editora y presentadora de televisión se caracterizó por hacer preguntas fuertes y sin tapujos. Para ella la meta era realizar constantes cuestionamientos y ver la realidad de una manera crítica.

Queda claro es que Chidiac es una experta en el tema de la libertad de prensa mundial. ¿Cuál será, para ella, la importancia de proteger y fomentar dicha libertad? ¿Qué se puede hacer para que los seres humanos, particularmente los periodistas, realicen sus discursos sin ser un target de la violencia? Si May no hubiera sido periodista, ¿qué otra profesión le hubiera gustado desempeñar? ¿Qué significa realmente el periodismo? ¿El desarrollarse en este oficio brinda una perspectiva diferente de la vida? ¿Cuáles son los principios y los valores que un periodista debe tener? ¿Es difícil ser un comunicador con una opinión fuerte en el Líbano? ¿Quién impide la libertad de expresión en ese país? ¿Qué cree ella que la hace sobresalir entre los demás periodistas libaneses?

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May Chidiak es una mujer imponente. Físicamente llama la atención por sus ojos grandes, su pelo rubio y la forma de hablar. Ella tiene una risa fuerte que queda grabada en quienes la escuchan. May habla mucho con sus manos. Expresa, a través del lenguaje no verbal, todo lo que quiere decir apoyándose en ellas. En las dos: en la derecha, de carne y hueso, y, en la izquierda que es sintética. ¿Qué sentiría al aprender nuevamente a usarla? En una entrevista para un medio europeo[3] dejó ver la impotencia al haber perdido sus extremidades izquierdas: “¿Usted se imagina lo que es ser una mujer de medio cuerpo? Yo, la mujer independiente, que me han comparado con una mariposa porque jamás estaba quieta”. Hoy en día la domina a la perfección y en ella incluso utiliza anillos y sobre el brazo un reloj.

En el momento en el que volvió al Líbano, en julio de 2006, realizó un discurso conmovedor en donde afirmó: “tengo una pierna artificial, pero mi mente sigue siendo mi mente. Tengo una mano artificial, pero mi corazón sigue siendo mi corazón”. ¿Cuáles serán los rasgos más valiosos de la mente y del corazón de May Chidiac?

La May que lleva por dentro, la que los ojos no pueden ver, tiene aún más una fuerza arrolladora. Ha luchado desde diez meses después de sufrir el atentado para dar a conocer, sin reparos, su opinión. No se ha debilitado. Ha seguido con sus críticas frenteras. Si ha sentido miedo, lo ha escondido. Se proyecta como una mujer invencible e inmortal. Una sobreviviente.

Cuando May Chidiac estaba en el centro de rehabilitación en París, una mujer que vivía una situación corporal similar[4], sostuvo que Chidiac les daba las fuerzas necesarias a las personas que se encontraban ahí, viviendo algo parecido. Ella les dio el apoyo para seguir adelante. ¿Quién le daría a ella el impulso para seguir en la carrera? ¿Sería su familia, sus fans, los medios?

Ella es una mujer segura de sí misma que sabe lo que es y lo que ha logrado. Es por esto que se empeña en dejar claro los méritos que ha tenido. May se siente una vencedora y así se lo hace saber al mundo. Así lo hizo cuando le escribió un email a la editora de una revista que la había elegido como la Mujer del Mes. Con una diplomacia absoluta alabó la biografía que habían hecho sobre ella, pero, pidió que añadieran un dato importantísimo que había sido omitido:

“El único pequeño detalle que hace falta es que a pesar de la presión que está sufriendo en niveles distintos, vencí al terminar mi tesis doctoral en Octubre 23 del 2008 y recibí el título de Doctora en Ciencias de Información y Comunicación, de la universidad francesa Pantheon Paris 2 Assas (con el grado: muy honorable y la felicitación por parte del jurado. El título fue: Influencia de la política en la escena televisiva en el Líbano). Fue uno de mis proyectos antes del intento de homicidio e insistí en lograrlo como uno de mis desafíos principales!!! Te prometo, no fue fácil, pero LO HICE!!!!”. El artículo, en efecto, fue modificado.

Después de lo que ha tenido que vivir y padecer, ¿ha valido la pena? ¿Por qué a pesar de todo, sigue esta mujer en el oficio aun a costa de su propia integridad? ¿Cree acaso que no ha hecho suficiente, o no se siente satisfecha con lo que ha logrado hasta ahora? ¿Cuál es la parte más gratificante? Después del ataque, ¿qué le ha dado las mayores satisfacciones? ¿Qué ha sido lo más duro de esta travesía?

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Parecía un día más en el talk show televisivo Kol Jor´a Bi, en el canal LBC. Dicho programa marcó el regreso de May a la televisión en el 2007 y este se caracterizó por presentar opiniones sobre la política nacional. La periodista realizó sus entrevistas, como de costumbre. Cuando se acababa el tiempo al aire, sorpresivamente Chidiac anunció su retiro de dicho programa.[5] Con la voz entrecortada manifestó que presiones y falta de apoyo por parte de las directivas del canal la llevaron a tomar su decisión. “Me detengo hoy porque mi dignidad está en juego…No puedo seguir deteniendo mis lágrimas. Ya no puedo aparecer como objetiva y en contra de mis convicciones. Estoy disgustada”.

¿Qué tipo de respaldo ha recibido después de su renuncia? ¿A qué se ha dedicado? ¿Cómo ha cambiado su vida desde que renunció? ¿Fueron demasiado fuertes las presiones en LBC? O, ¿fue el dolor físico lo que no la dejó seguir adelante? ¿Será este un intento más por recuperarse completamente? ¿Qué queda ahora para May? Los rumores afirman que se lanzará a la arena política. ¿Será verdad? ¿Sentiría que el periodismo no fue suficiente para dar a conocer sus ideas? ¿Qué les ofrecerá a los ciudadanos libaneses?

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May Chidiac sigue recuperándose. Los dolores de cabeza la atacan constantemente. Es incierto aún si tendrá que someterse a más cirugías. Ella, ha sido una mujer valiente, como pocas. Queda solo esperar para ver si en el tiempo venidero a través de sus actos logra responder a tantas interrogantes, a tantas preguntas que se quedaron por responder.

¿Cómo describiría ella a la May Chidiac que es hoy en día? ¿En qué sentido es diferente a la mujer que era antes de la explosión? ¿Habrá logrado todas las metas que tenía trazadas en su vida? ¿Qué le quedará por hacer?

Ella, por el momento, pone su vida en las manos de Dios. Así lo afirmó cuando decidió despedirse de la televisión: “Inicialmente (después del atentado) estaba complacida y contenta conmigo mismo, y al menos era honesta conmigo misma. Si me desafié y volví a trabajar diez meses después e hice que aquellos que trataron de silenciarme vieran que no podían acabar conmigo, ni con mis principios, ni con me mente que ha permanecido intacta. Gracias a Dios, porque es su voluntad, y la de Jesús y la de María y San Charbel. Estoy convencida que solo Dios decide y no las manos de la traición. Quienquiera que muera, muere porque su visita terminó[6]”.

[1] http://www.iwmf.org/article.aspx?id=472&c=press
[2] http://www.iwmf.org/article.aspx?id=472&c=press
[3] http://es.euronews.net/2008/07/09/may-chidiac-es-inaudito-que-siria-participe-en-las-ceremonias-del-14-de-julio-en-paris/
[4] http://www.youtube.com/watch?v=YKXVNAn7Epw
[5] http://www.youtube.com/watch?v=6tSbClrBeIY
[6] http://www.youtube.com/watch?v=6tSbClrBeIY

Los árabes en Bogotá

Foto tomada por Ryan Xavier D´Souza

La árabe es, después de la española, la migración más significativa en Colombia. Ellos, sirios, palestinos y libaneses arribaron a territorio colombiano durante tres oleadas. La primera de éstas fue a finales del siglo XIX; la segunda se dio en los años 30, y, la última se dio a partir de 1950. Llegaron buscando mejores oportunidades de vida y se quedaron. La mayoría, se asentó en la Costa pero muchos optaron por la vida capitalina y son ciudadanos activos de Bogotá.

Amal y Wissam Maksoud son hermanos y llegaron del Líbano hace 14 años. Él trabaja en la Embajada del Líbano ubicada en Colombia. Ella, enseña árabe, el idioma, a aquellos colombianos que ansían aprender tan interesante lengua.

Las razones que tuvieron para salir de su país son similares a las de millones de inmigrantes. Primero, llegaron sus abuelos. “Cuando ellos vinieron se escaparon de la opresión”.

Luego, siguió el resto de la familia. “Se murió mi papá y por eso mis hermanos ya estaban acá para ayudar a mi tío que tenía un almacén de tapetes.”

Por su parte, el palestino Hassan Nauofal aterrizó en Colombia hace 42 años. “Llegué a Colombia por la opresión, por la ocupación de nuestra patria, por el sionismo internacional, fuimos expulsados por ellos y estamos dispersos actualmente en todos los países del mundo”.

Él, que es dueño del Restaurante El Kalifa y es feliz atendiendo a la gente, se describe a sí mismo como un buen amigo, atento y amable. Considera que fue el destino el que lo trajo a Colombia, pero una decisión propia hizo que se asentara en Bogotá. “Yo soy de los árabes que emigré aquí hacía Bogotá, porque todos emigraron, la mayoría de los árabes, sirios, palestinos, libaneses, hacia la costa. Es la capital, Bogotá, y yo tenía mucha gente amiga”.

Ahmed Tayel, es sirio- colombiano. Sirio de nacimiento pero él se siente colombianísimo. “Llevamos como 16 años viviendo acá en Bogotá. De hecho somos más bogotanos que muchísimos”. Las razones de su llegada al país, difieren enormemente de las que se han mencionado. Ahmed llegó por motivos laborales y se amañó. “Yo estaba trabajando en una fundación cultural que me había enviado a trabajar acá en Colombia y me quedé en Colombia. Me gustó.”

Actualmente, trabaja como corresponsal en TVFRANCE, en la sección inglesa, y en la árabe y escribe sobre social indicators, o indicadores sociales, particularmente sobre las instituciones de la sociedad colombiana en el lenguaje sociológico.

Para todos, Colombia es el país en donde se quedarán por el resto de sus vidas. Aunque disfrutan vacaciones ocasionales en sus países de origen, esta nación representada por el amarillo, azul y rojo, es cuna de inmigrantes y los ha recibido con los brazos abiertos.

Wissam, aunque no es muy amante de Bogotá y prefiere la tierra caliente, sostiene que “Colombia es un país muy rico y puede decir que para el futuro es un buen destino. Aparte de la riqueza del país, la gente es muy agradable, la gente lo hace sentir a uno bienvenido. Es un país muy grande”.

Para su hermana Amal, son muchas las razones que la hacen amar la capital. “Por los colegios, el trabajo. Tu consigues trabajo más fácil que en cualquier parte. El clima, la gente son muy queridas, yo nunca tuve problemas con nadie. A mí me encanta Bogotá.”

Hassan, que lleva más de la mitad de su vida viviendo en Bogotá, asevera que él cree en nuestro país. “Tengo fe en Bogotá y en Colombia”. Él se siente identificado con la sociedad colombiana. “Es una sociedad honesta, trabajadora, una sociedad sumamente echada a delante en todo y educada. El pueblo colombiano es un pueblo muy atento”. Lo que más le gusta es “la gente, sus culturas, la gente educada, la belleza también de la ciudad porque ver las montañas es algo verdaderamente muy bonito.”

Ahmed habla de qué es lo que le gusta de Colombia. “El nivel de amabilidad del cual goza el pueblo colombiano, colectivamente hablando, al nivel de comunicación que uno puede mantener, el hecho de ser muy accesibles en comparación con otros pueblos, claro con mucho respeto a todos los pueblos, pero acá en Colombia, en particular, uno, dentro de muy poco tiempo logra sentirse como si fuera pues nativo”.

Todos coinciden en la amabilidad de los colombianos y Ahmed continúa afirmando que en Bogotá convergen personas de distintas regiones del país. “Bogotá, por ser capital primero que todo tiene personas que vienen de muchas partes de Colombia, y uno logra tener idea de la estructura social, logra conocer al colombiano por lo general, viviendo acá en Bogotá, porque en Bogotá el paisa, el costeño, el del sur el del norte, cualquier etnia, también, de cualquier origen”.

¿Qué será lo que tiene Bogotá que atrae tanto a estos inmigrantes? Puede ser, como ya lo han mencionado, la amabilidad de colombianos, la cultura o el verde de las montañas. Puede ser que fue la ciudad que los acogió cuando más lo necesitaban. Que sean, entonces, Wissam, Amal, Hassan y Ahmed los que describan qué es lo que pasa.

“Pues Colombia, ¿qué le digo? Hay mucha belleza de gente y es lo mejor.” (Wissam)

“Yo nunca tuve problemas acá, entonces me encanta.” (Amal)

“Yo nunca me sentí como una persona extraña aquí. Siempre me he sentido bien acogido entre el pueblo colombiano.” (Hassan)

“Como reza un dicho árabe, abundan los hermanos que no ha engendrado tu mamá.” (Ahmed)

Vacaciones soñadas




Muchas veces, cuando me preguntan a dónde voy a viajar en vacaciones contesto con picardía que al Líbano. Así, sin más explicaciones, dejando la puerta abierta para que la mente de los despistados interrogadores divague y se confunda, llegando a creer que alisto maletas para partir al Líbano, Tolima; una tierra probablemente tan hermosa como mi otro Líbano, pero una tierra sobre la que, al fin y al cabo, jamás he puesto pie.


El Líbano, al que voy yo, queda en Asia, al otro lado del mundo, y tiene olor a cedros frescos, las sombras de mis ancestros, las caricias de mis abuelos. Es un mundo desconocido para muchos, anhelado por otros tantos y temido por los demás. Para mí, es parte de mi vida. Cada vez que voy descubro cosas nuevas. Una cultura distinta, unas costumbres diferentes, una comida exquisita al paladar, un idioma que, incluso después de tantos años, no llego a dominar.


La travesía empieza con la promesa firme de siempre volver cada vez que me voy. Luego, pasa el tiempo y uno como que se olvida de la cosa hasta que mi padre dice que tiene los tiquetes. Después de un mes, pero como si hubiera pasado solo un día, llega el momento de viajar. Empiezan, desde entonces, día y medio de agonía. Es el sufrir inevitable para llegar al paraíso. Llegamos a El Dorado y partimos hacia Paris. Diez horas de vuelo, si la memoria no me falla y, por fin, aterrizamos en el Charles de Gaulle. Nos bajamos del avión y nos dirigimos hacia la misma puerta de siempre donde van esas caras desconocidas que se hacen conocidas y que gritan, sin quererlo, “también vamos a Beirut”. Luego de la caminata llegamos a la puerta. Esa es y lo sabemos; estamos rodeados por paisanos que lejos de ser terroristas, fanáticos o fundamentalistas son solo viajeros, como nosotros, que ansían volver a casa. De ahí, otro vuelo de casi cinco horas hacia Beirut, la capital libanesa. Pero el recorrido no termina ahí, luego hay que ir en carro, taxi, bus, o cualquier medio de transporte terrestre hacia los respectivos pueblos. El mío, el de mi padre, el de mis abuelos, El Karaoun, queda a dos horas de camino. En Beirut, los carros atiborran la ciudad y se siente esa brisa caliente característica del verano, pero, a medida que nos adentramos en la montaña, la brisa se torna mas fresca y los automóviles van disminuyendo, como por arte de magia. Siento, entonces, un apretón en el estómago y una felicidad indescriptible; cada vez el camino se acorta. Cuando por fin llegamos, ahí está, el paraíso disfrazado en la sonrisa de mis abuelos, en los abrazos de mis tíos, en las risas de mis primos y en la bienvenida de los vecinos. Nos recibe un banquete de platos exóticos para nosotros que son comunes para ellos y nos espera una noche larga y confusa, gracias a las ocho horas de diferencia que hay entre Colombia y esta nuestra tierra lejana.


Los cuarenta días de vacaciones transcurren demasiado rápido. La casa de mis abuelos siempre está llena y el plan predilecto es ir a pasear en el carro a los pueblos cercanos. En dos horas podemos volver a Beirut, o si lo preferimos, en hora y media estamos en Siria. Estando aquí se escucha el silencio y la mezquita que reza. La tranquilidad casi se puede tocar con los dedos. Entonces, sonrío y abrazo este presente momentáneo que me permite descansar y alejarme de la cotidianidad. Los ires y venires, dos mundos paralelos; Colombia y el Líbano mezclados secretamente en el sueño de todo viajero aventurero.