Emilio Yunis Turbay nació hace 70 años en Sincelejo, Sucre. Sus padres llegaron a Colombia para ver a sus cinco hijos varones convertirse en médicos e investigadores. Emilio, es el penúltimo de nueve hijos. Es médico de profesión y escritor e historiador por vocación. Ha estudiado minuciosamente la genética de la población colombiana, conoce los aspectos más relevantes del mundo árabe, disfruta al máximo esta etapa de su vida porque es libre de hacer y decir lo que le plazca. Es el propietario del instituto Servicios Médicos Yunis Turbay, que se especializa en exámenes genéticos. Este científico es un hombre que habla con convicción y sin tapujos. Tiene posiciones políticas y culturales muy marcadas y sostiene que la solución a los problemas colombianos es establecer vías de comunicación.
SKN: Usted es hijo de inmigrantes libaneses…
EY: Sí, claro.
SKN: ¿Cómo fue la historia de sus padres?
EY: La historia de la llegada de mis padres la relaté en un libro, de manera amplia, como un homenaje a ellos. Ahí también hablo de la historia de Sincelejo. Se llama Desde el púlpito nos acechan, nos oyen y nos hablan. Ahí trazo la historia de mi apellido Yunis. Es una reconstrucción por lo menos ocho generaciones atrás y hay una reconstrucción del apellido Turbay también, que puede ser Torbay, Tarabay o cualquiera de esas acepciones. En los apellidos semíticos nunca cambian las consonantes, lo que pueden cambiar son las vocales. En mi apellido Yunis, podrían cambiar todas hasta llegar a Yonás, el de la ballena, que podría ser pariente mío por esa misma razón.
SKN: ¿Cómo les transmitieron sus padres el amor por lo árabe?
EY: Creo que eso surge mucho más por posiciones políticas y culturales. El idioma era una lengua privada para los padres. Cuando no querían que se enteraran los hijos hablaban en árabe. Era algo entre ellos Como también eran maronitas, nacimos y surgimos como personas muy libres porque no hubo la atadura religiosa. Mis padres también se protegían porque en Colombia no había rito maronita, uno de los ritos católicos más puros desde el siglo XVI. No estaba esa imposición ni esa adhesión. En el pueblo siempre fuimos forasteros. Siempre participábamos de la doble condición de discriminación: hacíamos parte de todo lo que pasaba en la población, pero al mismo tiempo éramos externos porque en toda esta región había una situación muy racista. Era difícil ser árabe, había exclusión por el indio, por el montuno, por el campesino, que se traducía en que la exclusión era mayor para el no blanco. Pero, claro, si el negro tenía plata eso lo blanqueaba y con eso quedaba en igualdad de condiciones.
SKN: ¿Cómo se enfrentaron ustedes a esa discriminación?
EY: Mi padre tomó una decisión inquebrantable: que sus hijos eran el estandarte con el cual terminaría reivindicándose frente a todas esas exclusiones.
SKN: Y fue un poco así.
EY: No un poco, fue así. Mi padre tenía una forma de ser especial. Era un ser bondadoso, no en el sentido de la caridad o del piadoso, sino en el sentimiento de afecto hacia nosotros. Por el otro lado, era la exigencia era rotunda, en el estudio era inflexible, implacable. Nosotros somos cinco varones y cuatro mujeres. Los cinco varones, como hecho notorio, somos médicos y, además, investigadores. De esos cinco, imagínate que yo soy el menos notorio. Todos mis hermanos son muchísimo más brillantes que yo.
SKN: Eso cree usted.
EY: Sí, son muchísimo más brillantes que yo. Yo soy el menor y quizá mi mayor privilegio está en la posibilidad de combinar tanto el ser un hombre de ciencia particularmente ligado a la genética, la historia, la novelística.
SKN: ¿De qué forma, a través de la escritura, combina la ciencia y la cultura?
EY: Yo creo que no podría dar ninguna fórmula. Eso lo hago de forma natural, porque yo pude combinar todo lo que había en ese pasado de exclusión, de racismo, de ser externo, con mi actividad como científico. ¿Por qué? Yo estudio mucho la estructura genética de la población colombiana, entonces, cuando hice ese trabajo me di cuenta de que el mapa genético de Colombia era un mapa irregular en el sentido de que no establecía una mezcla libre y espontánea de todos los pobladores, sino que operaba regionalmente. El mestizaje en Colombia se dio como un instrumento de dominación y de exclusión. Es muy diferente lo que ocurrió en las ciudades de la costa norte del país a lo que ocurrió en las del interior. La gente, además, tiene mucho la idea de que la inmigración árabe, de cualquiera que fueran los pueblos, Líbano, Jordania, Siria, Palestina, ha sido muy grande y no hay es así. Lo que pasa es que se reprodujeron mucho, particularmente los que llegaron a la costa porque, y esto es tesis mía, estas ciudades les brindaban un parecido a los sitios de donde venían. Ahí podían hacer la familia extensa, disfrutar del mar, del esplendor de la costa, del sol, la musicalidad y el hablado peculiar que durante muchos tiempos le endilgaron a estos precursores árabes. Es una sonoridad que adquiere el lenguaje por la musicalidad del lugar. Ellos inauguraron las ventas a plazo, las tarjetas de crédito. En mi caso, aparece la tendencia de literato e historiador porque replanteo la historia de Colombia a la luz del mestizaje.
SKN: Usted habla de una sociedad muy fragmentada.
EY: La geografía cobró y sigue cobrando un papel muy importante.
SKN: Más que el de la genética, incluso...
EY: Es que la genética es simplemente un producto de esa fragmentación de la sociedad y de la geografía. Los genes no determinan la conducta, la conducta puede determinar a los genes. Los aísla. No tiene nada que ver con los genes el que haya una Colombia negra, sino simplemente porque allá se dedicaron las poblaciones negras a la minería. Una población mulata en la costa norte de Colombia, una población más indígena en el centro del país. Yo hice estudio para que la genética validara lo que se había demostrado históricamente. Lo explico de esta otra manera: en Colombia la gran mayoría de la población tiene un ADN mitocondrial que es amerindio. O sea, es de las poblaciones indígenas autóctonas. ¿Por qué? Porque han venido inmigrantes y no han alcanzado a reemplazar a los reproductores, no alcanza a reemplazar ese ADN mitocondrial que aún perdura. En mi libro Somos así, demuestro estudios genéticos que validan esa impresión de la historia. Precisamente a Colombia llegaron muy pocos inmigrantes porque este es país reacio a los inmigrantes. Aquí no pasó lo que ocurrió en Argentina, en Chile, en Brasil. ¿Tú sabes que en Brasil el presidente del Líbano tiene más súbditos libaneses que en el propio Líbano?
SKN: ¿Habría algo que diferencie a los colombo-árabes de los demás árabes que viven en países latinoamericanos?
EY: No, no creo. Tanto los obispos maronitas de Santiago como de Méjico son Yunis. Si tú ves una foto de ellos y la comparas conmigo dirías que nos parecemos. Nos parecemos porque yo puedo demostrar el tronco común que nos une, analizando el cromosoma Y. El cromosoma Y de todos los hombres Yunis debe ser el mismo. Si yo hago un cromosoma Y del obispo maronita de Méjico y lo comparo con el mío, debe ser el mismo porque todos los hombres tenemos el mismo cromosoma Y original y eso permite verlo la genética. Igual, permite seguir la línea materna. El ADN mitocondrial se transmite por vía de las mujeres, a hombres y mujeres. Solamente lo puede volver a transmitir la mujer porque no hay mitocondrias en un espermatozoide. Yo he mostrado que en las ciudades de la costa norte fue donde se pudo dar un poco más una sustitución de las madres. Vinieron madres de otros orígenes, pero no llegan a superar el 85%, en cambio, en Nariño o Cauca o Boyacá, el ADN mitocondrial puede llegar a ser del 98%. Con eso, uno puede medir qué tan cerradas o permeables pueden ser unas regiones y qué tanto mayor influjo hubo de extranjeros, de nuevos reproductores y de nuevas reproductoras (perdona el término yo nunca hablo así de los seres humanos). Si tú comparas la población de Buenos Aires en cuanto a población de ADN mitocondrial amerindio te encontrarás que es más o menos 50%. Yo no tengo absolutamente nada en contra de los amerindios ni de los grupos indígenas, que valoro profundamente, pero la geografía influyó mucho en todo. Mucha gente se solaza diciendo que la geografía de Colombia es muy bella y sí, es bella, pero es una geografía que desune. Para superar las cordilleras un hombre o una mujer de Cúcuta para llegar a Quibdó, tiene que tener dinero para irse en avión o tiene que atravesar toda Colombia en un viaje infernal en bus. Peor todavía en ese pasado cuando llegar de Cartagena a Bogotá podía significar dos o tres meses de recorrido terrible.
SKN: ¿Sería esa una de las principales razones por la cual los inmigrantes árabes se asentaron en la zona norte?
EY: Sí, además porque era fácil acostumbrarse ya que se asemejaba muchísimo. Cuando dicen Lorica Saudita, es porque Lorica está muy cerca al mar, así como Cereté, Sincelejo, Tolú, Coveñas. Vendían allá telas, zapatos, hules. Tener familia en cada uno de esos sitios, que en la costa se llama ‘tener una querida’, era muy dable. Mis padres vinieron cuando la República libanesa no existía. Ellos llegaron con pasaportes otomanos. Por otra parte, hay mucho mito en lo que hace referencia al gran espíritu migratorio. Mis estudios muestran que los primeros árabes que salieron lo hicieron por la penuria de la Primera Guerra Mundial y porque estaban huyéndole al Imperio Otomano, que los oprimía y ellos no tenían ni siquiera para comer.
SKN: Salían escapando de la miseria.
EY: Claro. Mi madre, por ejemplo, vivía en la montaña libanesa y el obispo de la región era su tío. Él era un tipo dominante y su familia tenía tierras, pero ni siquiera ellos tuvieron oportunidades. ¿Qué podía hacer mi madre? No podía estudiar porque no había donde estudiar, todos los campos estaban desolados, los hombres se fueron para la guerra, les tocó la plaga de langosta. El número de libaneses muertos por fiebre tifoidea y cólera fue infinitamente grande. En la misma familia de mi madre murieron en una semana tres hermanos y el padre. Mi madre, Victoria, se salva de chiripa. A los 14 años se casa con don José, que era mucho mayor que ella, pero había gran interés en despacharla. A esa edad, ella baja por primera vez de la montaña al puerto y de allí se embarca con una niña en brazos, mi hermana mayor, y hacen una travesía hasta Marsella. Luego llegan a Cartagena, de ahí a Coveñas, hasta arribar a Tolú donde la espera don José. Él había llegado un poco antes seducido por unos amigos. Yo nunca he podido saber por qué aterrizaron aquí si los sitios de destino eran Estados Unidos o Australia. Si uno mira el número de descendientes de árabes que hay hoy en día se queda alarmado y piensa que fueron muchos los que llegaron, pero no es así. Lo que tuvieron fue mucha descendencia.
SKN: ¿Qué tiene de árabe y qué de colombiano?
EY: Yo soy colombiano completamente, pero soy un colombiano que mira críticamente lo que pasa en Colombia. Me parece que no hay nada mejor que estar adentro y estar afuera al mismo tiempo. Y de árabe, por supuesto que tengo todo, pero es más una consideración política, matizada por ese conocimiento de lo que ha pasado en la historia de esos pueblos.
SKN: ¿Ha ido al Medio Oriente?
EY: No.
SKN: ¿Y el idioma lo habla?
EY: Diría que bastante, pero no para hablarlo fluidamente. Con toda seguridad conozco mucho de los novelistas árabes actuales. Los sigo y me parecen increíbles. Conozco mucho a los poetas árabes del momento; conozco mucho la obra del contador de historias, de Alamedin, a los nuevos novelistas iraquíes, a los nuevos novelistas de Afganistán. También conozco lo que ha hecho el petróleo, al mundo islámico y lo que significa el Islam, sin tener nada que ver ni política ni religión. Sé de Damasco, por supuesto, del Ándalus donde he estado varias veces. Sin nunca haber estado ahí, conozco Constantinopla y todo lo que pasa en la Turquía de hoy.
SKN: ¿Y con toda esa fascinación por qué nunca ha visitado ese mundo?
EY: Tengo un delirio por visitar Constantinopla y Damasco. Eso me llama poderosamente la atención. Conozco mucha la historia de Beirut y todo lo que ha pasado y la reconstrucción. Sé de los campamentos de refugiados, de los bombardeos de Israel. No hay ninguna duda que conozco mucho esa historia y creo que ahora voy a ir en junio. Nunca se me había presentado como una urgencia. Soy muy selectivo de los sitios a donde voy, hago turismo, tiene que ser algo que esté ligado profesionalmente. Tengo que viajar a Granada y de ahí posiblemente haga el enlace para hacer ese viaje.
SKN: ¿Le ha transmitido algo del ser árabe a sus hijos?
EY: Yo creo que les he transmitido esa actitud frente al mundo árabe, frente a lo árabe, ser de un lugar y al mismo tiempo poderlo ver con la mirada del forastero.
SKN: ¿Qué sería para usted lo positivo de ser un colombo-árabe?
EY: Para mí es eso: ser una persona integrada pero poder mirar críticamente lo que pasa.
SKN: ¿Y lo negativo?
EY: Es mejor no hablar de eso. Yo me casé con colombiana, los hijos míos tienen mi aporte tanto de genética como de cultura, pero creo que todos estamos muy marcados por la segregación del mundo palestino, por el hecho de considerar y de ver lo que ha pasado con ese pueblo y la forma como ha sufrido. A uno le duele mucho lo que está pasando allá. Yo creo que en el caso nuestro el mantener las comidas ha sido muy árabe.
SKN: La comida juega un papel muy importante en el ser árabe…
EY: Bueno, en Sincelejo yo vi cómo se hizo popular una parte de la cultura árabe, representada por el pan árabe, por el quibbe. Había gente que lo vendía en la calle. Conozco a una familia que educó a todos sus hijos con la venta del quibbe callejero.. Yo era una autoridad jugando Taoule y los gringos se apoderaron de ese juego que ahora llama Backgamon. Yo tengo todo ese tipo de “habitamentos” propios del mundo árabe, sigo todas esas costumbres, pero no las religiosas. Yo acompañaba a mi madre a todas las poblaciones y ella siempre quería entrar a las iglesias. Mi padre nunca pisó una iglesia en Sincelejo y estaba protegido por el hecho de ser maronita. . Vivo muy pendiente de lo que pasa allá en ese mundo.
SKN: ¿Qué le falta por descubrir como hombre de ciencia?
EY: Yo puedo transitar por todos los campos de la genética. Este instituto es un muy grande, hace inmunogenética, análisis de trasplante, análisis prenatales, de estructura genética de la población colombiana. Yo mismo tengo una cantidad de contribuciones científicas. En la literatura científica hay enfermedades con mi nombre, síndromes con mi nombre. Pero la verdad es que le pongo más atención a los libros que escribo como novelista.
SKN: ¿De todos estos libros cuál define a Emilio Yunis?
EY: Yo creo que la novela Desde el púlpito nos acechan, nos oyen y nos hablan porque cuenta la historia de Sincelejo y es un homenaje a mis padres. Muestra la inmigración y cómo fueron recibidos esos inmigrantes. En ese período había una persecución muy grande. A Rafael Núñez lo tienen como un héroe cuando en realidad fue un perseguidor. Él les decía a los aduaneros en Cartagena que debía cerrarles la entrada a los árabes. Aquí se decía que iban a corromper la raza. Claro, sí se podía corromper con los franceses, los italianos, los alemanes. Pero, de ninguna manera aceptaba al que viniera de Oriente.
SKN: ¿Y usted como genetista qué piensa de todas estas políticas anti-inmigrantes?
EY: Todo es una estupidez porque todos los genes de genoma humano del homo sapiens sapiens los comparte toda la población. Definitivamente, Colombia jamás fue propicia a recibir inmigrantes.
SKN: ¿A qué se deberá eso?
EY: La geografía aisló regiones y se volvieron muy endogámicos. Colombia tiene varios países. Aquí los cundiboyacenses dicen “costeño tenías que ser”, los costeños dicen “ay, estos cachacos”, y todos dicen que los de Nariño son de quinta categoría.
SKN: Sin duda, hay una discriminación regional muy marcada. Usted sostiene que los problemas de Colombia se solucionarán cuando se trabaje en una geografía que una al país…
EY: Claro, las vías de comunicación. Colombia no tiene vías de comunicación. Tiene tres vías no más y el gobierno actual las manipula diciendo “vive Colombia, viaja por ella”. El tratar de unirse atravesando las cordilleras, el túnel de la línea y las carreteras transversales son una utopía. Mientras realmente no haya carreteras transversales y una red que dentro de las regiones comunique a las poblaciones entre sí, lo que se llama vías secundarias, no van a mejorar las cosas. Te doy una pista: Colombia tiene 13 o 15 mil kilómetros de carreteras que son las que transitamos. De ellas, sólo el 50% está en buen estado. La red total de carreteras es de 150 mil kilómetros. Si tú pones una bomba explosiva en Villa Pinzón aíslas a Bogotá. ¿Por qué? Porque no hay vías secundarias debido a que en Colombia ha imperado la doctrina de decir que si se aíslan los sitios se pueden controlar mejor y es una tesis completamente equivocada. Uno controla mejor lo que está más comunicado. Esto no quiere decir que se vaya a perder lo característico de cada región. Con la unión también se puede proteger las costumbres de cada cual. Pero hay que aclarar que las ciudades de la costa norte son muy diferentes a las del interior de la costa. Eso no es homogéneo.
SKN : Existen, entonces, muchas fragmentaciones dentro de la misma costa.
EY: Grandísimas. El tipo de Barranquilla es una persona que tiene su relajito y es un ladino específico, distinto al campesino costeño. Un barranquillero puede no ser gallero, pero bajas un poquito y los ves a todos en la corraleja, en la riña de gallos, en el fandango, en la cumbia, en la gaita. Por la geografía, la historia de Colombia ha hecho muchas endogamias. Si miras a los paisas, Antioquia es una región con muchas diferencias. El oriente antioqueño, epicentro de la violencia en Colombia, es de fenotipo blanco, distinto del occidente antioqueño, el antioqueño negro, de Urabá, que no ha tenido trastienda; pero también son distintos a los de las minas. Colombia requiere una integración muy grande, que tiene que llegar primero por las vías de comunicación.
SKN: Así se podrían sanar muchos conflictos en el país…
EY: Claro. Sí tú ves a Boyacá, solamente la une la carretera central del norte. Dos matones la pueden aislar y así es que comienzan a cobrarles vacunas. Solo dos, ni siquiera se requiere un ejército por el aislamiento que tienen todos los pueblos, todos los municipios. Sólo un porcentaje pequeño de las vías del país corresponden al lema “Vive Colombia, viaja por ella”. Uno tiene el espejismo porque puede viajar debido a que contamos con la carretera central, pero las poblaciones están aisladas; lo primero que tendría que haber en Colombia es integración, reconocerse entre los pobladores, es dejar de mirar al otro como un enemigo.
SKN: Pero para eso también se necesita un gobernante que facilite las cosas.
EY: Se necesita porque lo que yo te estoy diciendo cambia el modelo económico. Se va a empezar a hablar de una integración del mercado, mientras que lo se tiene ahora es una integración por superestructura. Se da por la radio, por la televisión, por los aviones, pero no porque los colombianos se hayan reconocido unos con otros. Colombia tiene el segundo índice de fragmentación geográfica del mundo, quiere decir que de dos personas que tú ves simultáneamente, vienen de nichos ecológicos que son muy diferentes uno de otro. El país que nos supera en índice de fragmentación geográfica es Ecuador. Si tú miras el índice de fragmentación geográfica con todos los países árabes y de los países del desierto, allá la fragmentación es mucho más de tribus, de sectas, de jeques, de familias. Toda esa cosa de chiitas y sunitas es lo que les impide poder ver el mundo con unos ojos más uniformes.
SKN: Ahí la fragmentación no es geográfica, sino de creencias.
EY: Sí. Además, por el petróleo ha hecho que Occidente los ha vuelto añicos. Crea jeques, países y no saben qué hacer con los dólares. Hacen Abu Dhabis y hacen todo este tipo de cosas que dejan a cualquiera maravillado. Tienen mucho dinero, pero eso no les ha servido para buscar algún tipo de unidad.
SKN: Es más importante, entonces, la geografía que los genes.
EY: La geografía es la historia, los genes se amoldan a lo que sea porque tenemos los mismos genes que tienen en Líbano y allá tienen una historia distinta. Esto es el mundo nuevo. Aquí nos dicen que ocurrió el descubrimiento. El mundo antes era plano y terminaba en Gibraltar. Cuando se aventuraron los primeros navegantes descubren que el mundo era redondo y que históricamente fue poblado por las tribus amerindias.
SKN: ¿Cuándo nace este interés por la historia?
EY: Yo diría que se dio cuando empecé a estudiar la estructura genética de la población colombiana. Cuando yo estudiaba bachillerato en Sincelejo, era un alumno muy destacado. Después pude integrar lo que me enseñaron o mal enseñaron. Ahora mismo vivo un momento espléndido porque puedo hacer todo tipo de integraciones y puedo saber qué es lo que ha pasado en el mundo. Tengo, además, un privilegio: vocería para escribir y decir lo que quiera sin hacerle antesala ni venias a nadie. ¿Por qué razón? Porque tengo este instituto. Si yo estuviera retirado y en mi casa y no tuviera este cuartel general, olvídate.
SKN: ¿Cómo montó este cuartel?
EY: Lo tengo desde el momento en que decidí retirarme de la Universidad Nacional en el 1997, después de haber creado el Instituto de genética, el Yuniscentro o el Khalifato, como lo llamaban. Desde ese año empecé a crear esto, que es mucho más poderoso que aquello.
SKN: ¿En qué sentido?
EY: Tiene mucha más estructura, más tecnología y es más productivo. Yo llego y combino todo ese tipo de cosas. Tengo la autonomía para hacerlo. En muchos sentidos el país no puede prescindir de mi, ni de este instituto.
SKN: Efectivamente, se cumplió lo que vaticinó su papá…
EY: Por eso este instituto se llama Servicios Médicos Yunis Turbay. Así les hago un homenaje a mis padres, no tomo el nombre de ninguno de mis hermanos, no tengo la pompa para llamarlo Emilio Yunis Turbay. Son los apellidos de mis padres, don José y doña Victoria. El único que plasma en un sitio con nombre propio soy yo. En el Líbano, los que supieron de mis padres dirán “este tipo pone su nombre ahí”. Además, todos mis libros están dedicados a ellos.
SKN: ¿Fueron sus padres quienes los impulsaron a estudiar medicina?
EY: Yo creo que se dio por competencia y afinidades de unos hermanos con otros. El mayor decidió estudiar medicina y todos los demás lo seguimos a él. Todos los días hablo con ese hermano mayor, que vive en Boston. Me dijo que aceptó ir al Líbano ahora en junio y yo le dije: “Miércoles, Edmond, es posible que yo vaya también pero tenemos que ir a Damasco”. Hablamos mucho de Damasco y yo le dije: “¿Tú sabes que a Mahoma le preguntaron después de haber visitado Damasco a los ocho años de edad, que si él había vuelto? Mahoma contestó: al paraíso no se puede entrar dos veces”. Entonces mi hermano me dice, “miércoles, Emi, yo no sabía ese cuento”. Y nos echamos a reír.
Yo creo que también influyó en que todos nos volviéramos médicos el que mi padre solo admirara a los médicos en la población. Nunca ha habido una competencia mala, y si la hubo ha sido una emulación sana. Así todos fuimos escogiendo la medicina y el ser investigadores.
SKN: ¿Están todos vivos todavía?
EY: Sí.
SKN: ¿Han hecho algún trabajo en conjunto?
EY: Hay un trabajo que es el orgullo de mi hermano mayor y es la descripción de la primera mujer quimérica, o sea, dos hermanas que en lugar de haber nacido dos nació una, pero que tiene el aporte de cuatro gametos diferentes. Eso es una quimera fértil. En ese trabajo aparece Edmond, mi hermano mayor; mi hermano Jorge; Juan, uno de los hijos míos; otro Yunis y yo. Es un trabajo donde aparecen cinco Yunis y que causó asombro en Estados Unidos.
SKN: ¿Cual es la mayor gratificación que le ha dado su profesión?
EY: Yo digo que ahora.
SKN: Como el poder recoger los frutos…
EY: Sí, de todo eso y además escribo todos los días.
SKN: ¿Cuál ha sido el momento más difícil en su profesión como científico?
EY: Yo no soy Sor Teresa de Calcuta. Hay gente que no gusta de mí, pero es muchísimas más la gente que sí. Descubrí que los que no me quieren es por la envidia. El problema se da cuando uno pone la vara más alta para saltar, los mediocres te ven como un peligro. Como ellos no pueden alcanzarla, quieren bajar la vara para poder saltar. Eso es la génesis de la envidia. Hay también mucha gente que me reconoce, que me escribe y me admira porque yo me atrevo a decir las cosas. Hubo una época en la que me atacaron muy feo. Esos eran momentos de preocupación, pero en términos generales siempre he sido una persona muy consciente del valor de lo que hace, debo llevar unos 13 o 14 libros desde que me retiré de la universidad. Eso es una barbaridad. Yo escribo mucho de cosas que conozco bien. Yo puedo hablar de lo que pasa en Colombia, del problema geográfico, de las regiones, de las endogamias, de las fallas de comunicaciones. Es algo que veo todos los días. Si escribo un libro de cuentos, la gran mayoría de las historias me han ocurrido a mí o son traspuestas literariamente, pero dándole ese toque personal.
SKN: ¿Quién es Emilio Yunis?
EY: Un tipo que trabaja mucho, con un gran conocimiento de la historia, de la novelística, de la filosofía, del psicoanálisis, del marxismo, de Colombia, del mundo árabe, del mestizaje. Mis dos libros, Por qué somos así y Somos así son una nueva forma de ver la historia de Colombia a la luz del mestizaje. Cuando yo sigo el debate político actual digo: ¡pero que cosa tan curiosa, ninguno de los candidatos toca los problemas serios de la humanidad. Todos dicen que van a ser la verraquera, que van a crear empleo, que van a luchar contra la corrupción, que son limpios, que la vida es sagrada…
SKN: ¿Cuáles son esos problemas claves?
EY: Calentamiento global. Ninguno hace alusión a eso. Estamos ante la posibilidad de agotamiento de la especie humana. Quizá lo único que vaya a quedar en el futuro serán las galaxias y las estrellas. Esto que estamos viendo: veranos intensísimos y después inviernos intensísimos. Es peor todavía en países que no están preparados para soportarlo. En Boston, las casas están inundadas, el nivel freático ya invade todos los sótanos. Si el señor Obama va la baño eso sí lo destacamos, pero todos los otros grandes problemas no. La mayor parte de las islas van a desaparecer.
Hay una reflexión muy sencilla: yo oía, como habitante de la costa colombiana, que el mar de leva era un fenómeno inusual. El mar de leva ahora es a cada rato. O sea, tenemos que ver la avenida Bocagrande, en Cartagena, que se la va a comer el mar, las playas de Santa Marta, los cayos de las islas del Pacífico. El cambio climático es terrible y Colombia se mantiene indiferente.
Cuando tú ves que la tercera parte de los jóvenes mejicanos son obesos, tienes que entender que son obesos por la comida chatarra y los que hacen esa comida chatarra son los grandes poderes económicos. Tener un muchacho obeso es quitarle 15 años de vida.
Los países buscan impulsar los tratados de libre comercio para tener población consumidora. En Estados Unidos todos, demócratas y republicanos, si no es por la presión sindical allá, estarían queriendo todos los tratados de libre comercio para tener población consumidora para sus productos. Si ellos no tienen consumo de sus productos, la industria baja. Por esa razón los países europeos industrializados aceptan Albania, Turquía, Grecia.
Estos países tienen una población envejecida, menos niños, menos jóvenes, por lo tanto menos aportes a la seguridad social y por lo tanto necesitan más impuestos para atender a los viejos y cubrir las llamadas enfermedades catastróficas. Se reproduce menos la especie, vive más. No tenemos cómo mantener ese tipo de proceso. Cuando se dio todo lo de la reforma a la salud yo dije que no se puede tener un sistema de seguridad social con 40% de cotizantes y 60% de sisbenes y cosas por el estilo.
Todos los candidatos a la presidencia en el 2010 decían que hay que reformar la salud. Pero, ¿cómo? No hay ni una sola EPS que haya quebrado. La legislación actual beneficia a las EPS y no a la población.
SKN: Todavía se sigue muriendo la gente en la puerta de los hospitales.
EY: Correcto. Esos son los grandes problemas de la humanidad.
SKN: Buen, y ¿cuál es el legado que Emilio Yunis deja?
EY: Mi obra va a perdurar. No es solo para Colombia, sino que es universal. Cuando yo escribo un libro como La búsqueda de la inmortalidad estoy diciendo que eso es lo que está ocurriendo, la evolución está en peligro, pero, también la cultura. Yo le abro los ojos a la gente y le digo que los índices de reproducción y de fertilidad también han disminuido. A medida que el ser humano vive más se reproduce menos. Hay que establecer puentes adecuados para poder preservarlo todo. Toda mi obra en general, no solo la científica, va a ser mi legado. ¿Por qué? Porque es tomar lo chiquito que es Colombia y verlo en una dimensión que es universal, que le sirva al mundo.