martes, 9 de diciembre de 2008

Recuerdos de la Guerra III

foto tomada de www. telephonearabe. net
A continuación, traeré a colación dos escritos que envié a eltiempo.com, desde el Líbano. Solo el primero de estos fue publicado:

Viernes, 14 de julio de 2006

“Beirut, y en general todo el territorio Libanés, en estos momentos, parece un territorio fantasma. La gente que habita en la capital se ha aferrado a sus hogares y no quieren salir. Estar en la calle puede ser incluso más peligroso que estar adentro. Los turistas hospedados en los hoteles capitalinos fueron evacuados hacia el vecino país de Siria. Los universitarios se devolvieron a los pueblos, a las casas de sus padres. Israel ha arremetido contra la infraestructura Libanesa, dividiendo al país en dos.

Yo me encuentro lejos, en el Valle del Bekaa y aquí, hasta ahora, todo está tranquilo. Pero Israel ataca indiscriminadamente cualquier punto del país y a civiles. Lo más cerca que han llegado a donde yo estoy es en el centro económico del Bekaa, ubicado en el oeste del país, en Chtaura. En Dahr el Baidar, el camino que comunica a Beirut con el Valle del Bekaa, había un puente que fue bombardeado. Dicho puente no llevaba más de cinco años construido y era un enorme avance tecnológico para este país. Es aterrador observar como un puente recorrido tantas veces en estos momentos haya quedado en escombros.

Hasta el momento las pistas del aeropuerto de Beirut, Rafic Al Hariri, fueron bombardeadas. Después bombardearon la reserva de combustible del aeropuerto. Sin embargo, esta mañana cinco aviones del Middle East Air salieron por una única pista que quedaba intacta. Luego, la bombardearon. En los noticieros libaneses hay una confusión terrible, presentan imágenes desgarradoras de niños inocentes que han muerto en un conflicto que no comprenden. En las imágenes televisadas de la capital se ve alguna gente humilde con bolsas y maletas en mano, esperando ser ayudados. La Beirut que costó tanto tiempo reconstruir después de la guerra ha vuelto a ser golpeada.

Somos muchos que, como yo, venimos desde lejos a visitar a nuestras familias. En estos momentos no tenemos mucho qué hacer, solo tener paciencia para ver cómo podemos volver a casa, pero con el temor de dejar a nuestros seres amados acá.

Mis padres, mis abuelos y mis tíos afirmaban, en un principio, que esto era normal. Normal para ellos que habían vivido la guerra de primera mano. Sufrieron la inclemencia de Israel, una opresión injusta durante tanto tiempo. Sin embargo, ahora hasta los más tocados por las guerras pasadas están alarmados. Esto, sin duda, ha salido de proporción. Todo empezó como una ofensiva militar. Hezbolá secuestro dos soldados israelitas, para intercambiarlos por rehenes árabes secuestrados en Israel. Por su parte, los Israelitas, en vez de responder militarmente, han traspasado todos los límites de lo humano. Han puesto a temblar a un país que luchaba para dejar de lado las cicatrices de la guerra.

Solo para el día de hoy, aproximadamente, la suma va en 64 muertos, 200 heridos. Las víctimas principalmente son los pobres. Aquellos que siempre llevan las de perder. Los que se encuentran en la frontera están atemorizados, no tienen a donde ir. Mientras que en Israel hay Bunkers, acá no hay donde esconderse. Solo queda rezar para que una bomba no acabe con sus vidas.”

Domingo, 16 de julio de 2006

“Todo parece indicar que hoy es mi último día en el Líbano. Si todo sale bien, mañana saldremos hacía Siria para tomar un vuelo rumbo Paris. Si me voy, me voy mitad triste y mitad contenta, con el corazón dividido por dejar al resto de mi familia acá.

La ofensiva israelí no para. Ayer bombardearon la frontera con Siria. Ellos afirman que no lo hicieron, nosotros sabemos que sí. Ahora, Hezbolá contraataca. Han pegado en Haifa, importante ciudad costera en Israel. Muchos afirman que ese contragolpe tendrá como resultado una de dos cosas: que la guerra siga o que se detenga. Yo estoy contando con la segunda.

En estos momentos bombardearon dos hospitales en el sur, en Jabal Amel. Qué infamia, qué dolor. ¿De cuándo acá los enfermos y los heridos son objetivos militares?

En los supermercados los precios han subido y la gente está comprando en grandes cantidades, por qué no se sabe lo que puede pasar. Acá ya vivieron años de guerra y saben que en tiempos difíciles la comida escasea. Las universidades libanesas han enviado correos a sus estudiantes; en el primero afirmaban que las clases seguirían como si nada, pero que entendían si algunos no podían llegar; el segundo dejaba la posibilidad abierta de suspender los cursos de verano, debido a la guerra. Sigue habiendo confusión en cuanto a cómo se debe seguir llevando la vida.

En lo personal, me tranquiliza contar con una embajadora colombiana que está atenta a todo lo que está sucediendo con nosotros. La embajada colombiana en el Líbano, sin duda, se ha manifestado. Según sus registros, somos 1000 los colombianos inscritos, contando, casi todos, con la doble nacionalidad. Georgina El Chaer Mallat, la embajadora, desde el principio ha sido una amiga personal, ahora, un apoyo en toda esta travesía. Ella, sin duda, ha estado pendiente de los colombianos que a ella hemos acudido. Afirma que son muchos los que la han llamado y ella está atenta a las solicitudes, buscando una forma como ayudar. La señora embajadora me comenta que ha mantenido comunicación abierta con la cancillería colombiana, y, en conjunto, están haciendo todo lo posible por ayudar a los colombo-libaneses que nos encontramos acá. La embajada cuenta con la posibilidad de evacuar a los colombianos interesados en salir de Beirut hacia Siria, y han pedido a las autoridades libanesas que aclaren qué garantías pueden ofrecer para asegurar un apoyo terrestre. Georgina El Chaer Mallat está desarrollando una labor admirable y es en estos tiempos difíciles donde uno puede apreciar que la embajada colombiana en el Líbano se ha esforzado para conseguir el beneficio de los ciudadanos que se encuentran en el país. Incluso, para el 20 de julio de este año la embajadora tenía previsto realizar una fiesta para inaugurar oficialmente la calle República de Colombia, en pleno centro de Beirut. Ahora, ese sueño queda congelado por un tiempo. Primero hay que reconstruir, una vez más, la Beirut hermosa que apenas resurgía de los estragos de las guerras pasadas.

Desde aquí, no me queda más que esperar y rezar para que la guerra llegue a su fin. Que la ONU se manifieste y haga cumplir sus resoluciones para que, así, todos los pueblos árabes consigan la paz duradera tan anhelada. Sin duda, debo dar gracias por haber tenido esta oportunidad única de vivir el conflicto, lo suficientemente cerca, lo suficientemente lejos.”

Ahora, más de dos años después, intento agrupar todos estos recuerdos de esa guerra horrible que nos tocó vivir. Me pregunto si ustedes, mis cómplices lectores, tienen algo que decir. ¿Alguno tiene recuerdos de esa guerra o de alguna otra igual de atroz? ¿Alguno ha sentido alguna vez una impotencia tan fuerte que los domina? ¿Alguno se ha quedado, como yo, sin comprender el porqué de tantos muertos, de tanta sangre? ¿Alguno siente miedo de que la misma historia se vuelva a repetir?

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